Roma (PL) Portador de una multiplicidad de valores y significados, el vino italiano se expande con su talante por todo el mundo como marca de identidad de una nación orgullosa de su patrimonio enogastronómico.
La pasta, el aceite de oliva extravirgen, cientos de tipos de quesos, 50 de ellos con Denominación Protegida de Origen y más de un centenar de embutidos de alta calidad, integran el grupo élite en el cual se inserta la industria vitivinícola italiana, sustentada en tradiciones culturales de profundas raíces históricas.
En una copa de vino, al margen de su aspecto y características reconocibles a través de la vista, el olfato y el gusto, se resumen procesos en los cuales se conjugan conocimientos ancestrales con el celo, la laboriosidad y la pasión del artista, convencido de que su mejor obra es la que está por venir.
De los griegos y etruscos aprendieron los romanos el cultivo de la uva y su fermentación, estimulados por las condiciones favorables de los suelos y el clima para el desarrollo de los viñedos, con la incorporación de nuevas técnicas dirigidas a incrementar la productividad, la calidad de la fruta y el producto final.
La sociedad romana incorporó el consumo de vino a sus costumbres, pero limitado sólo a los hombres, al considerarlo dañino para la salud, perjudicial para la relación de pareja e impropio para las féminas, según los cánones morales de la época, norma vigente hasta el fin de la república, cuando fue derogada por Julio César.
Durante el imperio, el sector vitivinícola experimentó una rápida expansión y el consumo de vino se propagó entre todas las clases sociales, tanto en la capital como en las colonias, hasta convertirse en un alimento básico de la dieta romana y en la bebida preferida para amenizar las celebraciones.
El Medioevo
Con la caída del imperio de occidente en el 467 y las invasiones bárbaras, la agricultura romana fue devastada, y con ella la mayoría de los viñedos limitados mayormente, a parcelas de la iglesia católica y sus monasterios, donde se mantuvo vigente una tradición amenazada con el exterminio.
Al papel de la iglesia en la preservación de los viñedos y las técnicas de cultivo y añejamiento del vino, se refirió el profesor Giammario Vila, docente de esa materia en la Universidad de California, Los Ángeles, en entrevista concedida a Laura Donadoni para www.gamberorosso.it .
En opinión de Vila, el vínculo entre el rito cristiano de la Eucaristía y la utilización del vino como símbolo de la sangre de Cristo, representó seguramente «el ancla de salvación para una tradición que corría el peligro de desaparecer después del imperio romano».
En ese sentido, destacó la contribución de los frailes benedictinos, quienes no sólo cultivaron la vid con un propósito litúrgico, sino también promovieron el consumo del vino por sus propiedades nutritivas y medicinales.
Entre las vides actuales que deben su supervivencia a los benedictinos, Vila mencionó el Gaglioppo, en Calabria; el Greco Bianco, en Campania; el Sagrantino, en Umbria; el Picolit y el Ribolla Gialla en Fiuli, en tanto atribuyó a los cistercienses franceses el cultivo de la Spanna del norte del Piamonte.
La calidad del vino
En opinión de los entendidos, al margen de la importancia de los procesos de elaboración y añejamiento del vino, su suerte se decide en el viñedo, donde son varios los factores determinantes en la calidad de la fruta, como el suelo y el clima, incluyendo la temperatura, la humedad, la luz solar y el régimen de precipitaciones.
Sin embargo, eso no es todo, pues además de la maestría necesaria en el empleo de las técnicas adecuadas en cada momento del proceso, se deben tener en cuenta otros aspectos coyunturales como tormentas, granizadas y heladas.
Las regiones de clima templado, continentales, marítimas o mediterráneas, con temperaturas promedio de entre 10 y 20 grados y un nivel medio de precipitaciones de entre 500 y mil milímetros anuales, ofrecen las mejores condiciones para el desarrollo y maduración de las uvas.
El mapa del vino
Italia cuenta con las mejores condiciones climatológicas y de suelo a nivel mundial para el desarrollo de viñedos destinados a la vinificación en las 20 regiones del país, aunque tres de ellas se destacan por la excelencia de sus producciones.
Véneto, con el 18 por ciento de sus vinos garantizados por la marca de Denominación de Origen Controlada (Doc); Toscana, con el 17; y Piamonte, con el 11; encabezan la relación, seguidas por Emilia Romaña, con nueve; y Lombardía, Umbría y Abruzo, con siete cada una.
Completan la lista Trentino-Alto Adige y Friuli-Venecia Julia, con seis por ciento de sus producciones evaluadas de excelencia; Las Marcas y Apulia, con tres; Lacio, con dos; y las islas de Cerdeña y Sicilia, con un por ciento cada una.
Los vinos italianos en el mundo
Según datos suministrados por la principal asociación de agricultores italianos (Coldiretti), la producción nacional de vino en 2017 fue de alrededor de 40 millones de hectolitros, un 26 por ciento menor que el año precedente, debido a condiciones meteorológicas adversas.
A pesar de eso, Italia se ubicó en primer lugar a nivel mundial, seguida por Francia con 36,7; y España, 32, 1, de acuerdo con otros estimados.
Un dato interesante aportado por Coldiretti en la Feria Internacional «Vinitaly 2018», realizada en la ciudad de Verona en abril último, es que más del 70 por ciento de los vinos italianos ostentan marcas de calidad superior.
En ese sentido, 322 cuentan con el sello de Denominación de Origen Controlada (Doc), 73 con el de Denominación de Origen Controlada Garantizada (Docg) y 118 con el de Indicación Geográfica Típica (Igt), en tanto el 30 por ciento restante corresponde a vinos de mesa.
Las ventas del sector vinícola italiano en 2017, según la misma fuente, alcanzaron la cifra récord de 10,6 mil millones de euros, un crecimiento de cinco por ciento respecto a 2016, a lo cual contribuyó un aumento de seis por ciento en las exportaciones, para unos seis mil millones.
Las estadísticas de Coldiretti indicaron un incremento de cuatro por ciento en los ingresos por ventas a Estados Unidos, principal cliente para los vinos italianos, seguido por Alemania, con uno por ciento y Reino Unido, con seis.
El mejor desempeño correspondió a los vinos espumosos, con un crecimiento de 14 por ciento y una recaudación sin precedentes de 1,36 mil millones de euros, liderados por el Proseco, el Asti, el Trento Doc y el Franciacorta.
Los principales destinos, fueron Reino Unido con alrededor de 410 millones de euros en ventas, para un aumento de 12 por ciento en comparación con 2016, Estados Unidos, con unos 296 millones de euros y seis por ciento, aunque los más dinámicos fueron Rusia y China, con aumentos de 47 y 25 por ciento, respectivamente.